LA ÚLTIMA NOCHE

Llevo una semana siguiendo los castings de Factor X, un nuevo programa de televsión en el que pretenden descubrir a nuevos talentos de la música y lanzarlos al estrellato (o a estrellarse, según el caso).
En la fase final de estas selecciones, el jurado da una y mil vueltas antes de comunicar su veredticto, tanto es así que a muchos no les queda muy claro si han conseguido pasar o no y permanecen inmóviles esperando un rotundo SÍ o NO. Verborrea televisiva para dar mayor morbo a esos momentos fnales en los que los particpantes creen estar jugándose su vida entera.
Imágenes de abrazos, llantos y muecas retorcidas se unen a una musiquilla de fondo que estremecen al espectador.

Algo similar viví yo anoche:

Después de haber ejercido nuestro derecho al voto decidimos pasar la mañana tranquilos, desconectados de cualquier medio de comunicación y atendiendo sólo las llamadas de personas que creíamos que tenían algo interesante que decirnos.
Como la mente humana es muy compleja y cruel cuando quiere automacharcarse, una tila y un par de orfidales nos dejaron en "el estado de gracia" necesario para llegar relajados a la hora de la comida.

A las dos de la tarde los primeros resultados de participación estaban siendo desoladores. La culpa de esta alta abstención, además de otros muchos factores, la tiene la televisión. Constantemente nos inducen a votar en realties shows y programas de televisión vía sms. Una forma cómoda y rápida de decidir quién es el mejor cantante de un programa o quién hace más el vago en una isla llena de famosos de medio pelo. Votar, si no es a través de un móvil, ya no está de moda.

A las seis de la tarde los primeros sondeos generales tampoco estaban siendo muy positivos para el partido de mi esposo/candidato. Era necesario acudir a la sede central, para rodearnos de amigos, compañeros y familiares con quien compartir las últimas horas de tensión.
A dferencia de otros actos a los que he asistido durante esta campaña, durante el día de ayer no había ni una triste botella de martini, vodka, o Agua del Carmen al alcance que nos permitiera pasar mejor el rato.
Los teléfonos móviles permanecían atados a las manos de muchos dirigentes del partido y la variedad de tonos y politonos que surgían de ellos era espantosa. No entiendo cómo existen personas, que teniendo como melodía a David Bisbal, tardan tanto en contestar.
Después de los primeros escrutinios, las caras del personal seguían siendo pesismistas y muchos optaron por abandonar el local para seguir la evolución de los resultados en sus casas. Se dependía de unos cuantos votos más para un nuevo concejal con el que afianzar la presencia en el gobierno y con el 80% de las urnas escrutadas, muchos comenzaban a echar mano de santos, amuletos y oraciones milagrosas.
Igual que en Factor X, comenzaban a llegar los familiares de los candidatos dispuestos a ofrecer todo su apoyo moral y las lagrimitas necesarias, pero insisto, ninguno de ellos traía consigo ni una triste botella de vino o anís.

Finalmente a las once de la noche ya se conocían los primeros resultados fiables que mantenían al partido de mi esposo/candidato, en el equipo de gobierno del ayuntamiento. Igual que en Noche-Vieja todos los asistentes comenzaron a abrazarse, besarse y felicitarse, pero me parece importante destacar de nuevo, que ni siquiera en esos bellos instantes nadie descorchó una botella de champán.

Al llegar a casa, mi candidato quiso efectuar una nueva consulta en internet que le confirmara los buenos resultados. Después de otra tila y sin una gota de alcohol en sangre nos fuimos a la cama, esperando la llegada de un nuevo día.

Como sucede en Factor X, una vez superados los cástings..... queda lo peor.